No hay muchas mujeres como tú, ni con esos ojos ni con esa forma de ser. Pocas mujeres verdaderamente inteligentes conozco de cerca. Pocas mujeres con madurez y sentido común. Muchas mujeres hermosas y celestialmente sensuales; pero como tú ninguna de ellas. La diferencia es que tú me gustas sin pinturas ni egos.
Desde el primer momento en que te conocí note algo extraordinariamente diferente en ti. Me dije a mi mismo que la suerte que tendría en ese entonces tu pareja era de edición limitada. Una suerte que muy pocos pueden disfrutar. Ese día salí de la universidad con una alegría diferente en mi corazón. Este dato es importante y si eres una lectora de mis textos sabrás que todo lo hermoso que pienso sobre una mujer y lo cursi que escribo se trata sobre ti. Todo desde ese día; me entrevistabas y yo solo veía tus ojos. Los veía y luego me volteaba porque cierto nerviosismo se apoderó de mi mente y mis células. Mi organismo químicamente y físicamente no respondían. Al salir de esa cabina pensé mucho en ti. Nunca perdí tu rastro.
Pasó un año y cacho y volví a verte. De nuevo vi tus ojos. De nuevo sentí algo hermoso. Y ahora llevo meses con un creciente suspiro. Veo tus fotos siempre antes de dormir, escucho lo que dices, leo lo que escribes y pienso lo mucho que te amo poeta.
Se que tengo mucha competencia, muchos te quieren y cada unos con sus objetivos físicos y/o emocionales. Tengo que pensar una estrategia si bien no muy producida si muy original y de corazón. Porque bebé, ese día veré tus ojos y te voy a besar. No es ego, no es presunción, es lo que decía mi madre; una corazonada.