martes, 1 de marzo de 2016

Lo que haría por ti un domingo.

Me gusta tu piel blancuzca, me gusta la suavidad de las yema de tus dedos; cuando recorren mi propia piel, como reconociendo el terreno externo, el de otro. Como sintonizando que podemos formar un mismo ADN.

Me gusta verte dormir, me gusta como tu cabello forma un media luna desde tu frente hasta tus mejillas. Me gusta ver tus pestañas, tus párpados. Me gusta ver tu espalda encorvada sumergida en un mundo onírico que vive lo que no puedo presenciar; me gusta imaginar que corres libre, por los campos, por las arenas de las playas más preciosas de la Tierra.

Me gusta hacerte el café por las mañanas, me gusta cada detalle porque cada detalle es hecho con amor, desde poner el filtro hasta moler los granos de Arábica para nuestro espresso. Me gusta estar contigo cada segundo incluso cuando no estamos juntos de forma presencial, frente a frente.

Lo que haría por ti es simple; viviría por ti eternamente. Leería poesía cada mañana, tarde y noche. Te tomaría de la mano y prometo no sudar, no ponerme nervioso ante tal belleza. Por Dios. Esos ojos, esas mejillas que forman un par de huecos, unas comillas que citan la sonrisa perfecta.

No te amaría ni te haría el amor como un loco, eso sería una grave falsedad. Te conquistaría, lo haré. Te contaré cuentos de princesas que se enamoran de aquellos que en verdad las aman, aunque no fueran azules ni hermosos de cara. Te llevaría a un pequeña casa, lejos de los castillos, a un bosque con flores y árboles. Lleno de agua y aire. Con arte colocados en las paredes, en los pasillos por donde la princesa de esa pequeña casa pasará cada noche.

Lo que haría por ti un domingo por la mañana es simple; escribirte. Vivirte. Leer tus ojos que son la novela que quiero leer y nunca acabar. Emociones infinitas dentro de tanta frágil belleza.

Amor, ven.
Quédate, abraza este torso desnudo. 
Tiene frío. Tienes frío. 
Hay calores que se deben compartir.

No, no llores. Todo esta bien.
Estoy aquí. Aquí.
Llena esos ojos de agua alegre.
Llora hasta reventar de dicha.

Desnuda el cuerpo, pero no el alma. 
Esa es tuya y la quiero protegida. 
Tendrás la mía, nos tendremos siempre.
Esto no es un poema, pero es lo mejor que puedo ofrecer. Porque te estoy amando. 

Amo verte. A veces a escondidas. A veces con valentía.
Porque quién puede ser tan valiente para verte e ignorarte.
Yo no. Lo que haría por ti un domingo, es lo que haría una madre por su hijo.
Bendecirte, amarte. Vivirte.