viernes, 22 de septiembre de 2017

El pueblo se llama Redención; el autor, Hilario Peña.

Hilario Peña es un maestro. Lo que digan los demás es muy respetado, y con respeto, si la opinión resulta de sus críticas una postura negativa ante la novela vaquera del año en México; poco me importa. El genio salió en un desierto mojave y cumplió el deseo de los amantes del género western; escribir una novela cargada de historia, ambientes secos y arenosos, personajes tan cobardes como valientes, siempre cargando una Colt o una Derringer, siempre pidiendo un tequila, un brandy o al menos si el cantinero en función tiene piedad, un caballito de sotol. 

Un pueblo Llamado Redención es una crónica narrativa tan brillante como inquieta. Te atrapa, te confunde y te atrapa de nuevo. Si te dejas llevar caes en el vacío y en la adrenalina de una novela llena de giros, apaches, vaqueros, damiselas en peligro, pueblos en llamas y circos de pulgas amaestradas. 

Con una simple pero poderosa prosa, el autor lleva al lector a un mundo lejano en el tiempo y cercano en espacio por medio de su creativa y candente imaginación. Por medio de un realismo mágico que te permite conocer sin límites la extensa y entretenida narrativa vaquera olvidada por tantos años en este país. La historia de un niño lleno de ira y rencor que busca por los años recuperar la dignidad que alguna vez le fue quitada, llegando a sus últimas y villanas consecuencias. La historia de un empresario y coronel inteligente, culto y que con una capacidad pragmática elocuente logra, al parecer, todos sus objetivos, sin que los intereses de su gente sean para este cínico e hipócrita terrateniente algo digno de defender. La anécdota de un vaquero apodado Perezas (porque camina lento, como tomando su tiempo, como dueño de su tierra y su ambiente) que pone fin a tanta miseria moral. 

Saquen el bourbon, que traigan tabaco fresco, prendan la leña y afinen la guitarra; la historia esta a punto de ser contada, los cactus con espinas serán testigos de que en cada ocaso violeta de este maravilloso western traerá consigo al día siguiente la espera de una aventura desértica, seca, llegadora y desgarradora. Apúrense, avísenle al párroco, al peletero, al cazador de bisontes, a la vedette, al granjero y al gendarme...ya va a empezar, es la historia de un pueblo llamado Redención. 

Título del libro: Un Pueblo Llamado Redención (Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero 2016)

Autor: Hilario Peña

Año de lanzamiento: 2017

Editorial: Grijalbo (Penguin Random House) 

Precio: $299 M.N.




Un pequeño poema escrito en un café al inicio del otoño.

Que me lleve el viento contigo
así como arrastra por los aires
las hojas secas y bronceadas de maple.

Que me cante el sol tus suspiros y
me cobije con el aliento de tu voz,
así como cuando con su poder de cobre
evapora el líquido que luego llueve en los campos de pinos.

Que tu piel nunca expire,
que quiero colocar mis manos en ella,
que tus ojos se mantengan encendidos, ahí voy.
Que mi creador se apiade de mi,
que me deje tocarte siempre en otoño.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Una cordial, modesta pero honesta columna acerca de alguien que me hace feliz.

Esto no es un poema,
cómo podría serlo,
y aunque este escrito como tal
confirmo que no lo es.

Tampoco sugiero que sea un relato
ni un cuento, ni una novela pequeña,
es tan solo una cordial, modesta
pero honesta columna acerca de alguien que me hace feliz.

Alguien en quien pienso al sorber mi café,
alguien en quien pienso al pasar por el parque
Teniente Guerrero en el centro de mi ciudad,
al ver las hojas de los árboles y pensar en el otoño que se acerca.

Alguien que me hace sonreír con su sola presencia mental
que atraviesa mis neuronas y llega hasta mis ojos
y luego lenta y pausadamente da un paseo
por mi cuerpo y mi alma hasta llegar a mi corazón.

Esto no es una canción,
cómo podría serlo sin un piano
una guitarra, un acordeón
o una gaita escocesa.

Mi gran amor, quiero tenerte en mis brazos,
llenarte de besos las piernas, los hombros,
los lunares nómadas de tu piel, hasta viajar
a tus mejillas que me sonríen con la ternura de un ángel.

Esto carece de rimas, de prosa compuesta por críticos narrativos,
carece incluso de estilo y gramática y lo que sea que los expertos opinen,
carece de eso pero no de amor, de pasión ni de efectos secundarios
que provocan que mis mejillas ardan de felicidad y enamoramiento.

Esto no es paisaje cualquiera; es un bosque, es una selva o si quieres una selva bosque.
Esto es un campo alegre con árboles que dan sombra fresca donde podemos sentarnos a
charlar de la vida y de los sueños que inundan nuestro ser, nuestro pensamiento,
nuestro deseo irrefutable de estar juntos y que el ambiente se llene de mariposas amarillas.

Esto no es algo significativo sin ti,
son tan solo letras tecleadas en mi soledad, en mi desesperación de tenerte ya, de abrazarte, besarte, esto es una pequeña muestra de lo que mis dedos ansiosos mueren por decir,
y que al carecer de boca, trabajan desbordados por darte un mensaje convincente.

Esto no es una carta,
esto no es un saludo ni mucho menos un contrato,
es tan solo una cordial, modesta
pero honesta columna acerca de alguien que me hace feliz.