viernes, 5 de enero de 2018

Fechas malditas

Me llamo Isaac. Tengo 32 años y estoy a punto de hacer algo de lo cual me arrepentiré. Seguramente. Les quiero confesar algo que ni siquiera mi psicólogo sabe. Algo que descubrí hoy y que me ha llenado la mente y el cuerpo de ansiedad y gastritis nerviosa. De malestares, de reflujos en el pecho y garganta. "Garganta", una palabra que con solo decirla, escucharla o escribirla me enerve la sangre. Me hace querer matar a esos dos canallas y asesinarme a mi mismo. "Suicidio", le llaman. Pero yo no quiero suicidarme, eso es para los que están agobiados o enojados. Yo en cambio quiero asesinarme, lo que implica un profundo y seco sentimiento de venganza subyacente de una deuda que tengo con Dios. "¿Me amas tanto Dios?", "pues me mato". Suena a meme. Que triste porque era una excelente frase. Y ya no tengo la certeza de que ese ser supremo exista. 

Resulta que mi esposa, Lexis, llevaba un diario. Anticuada pero hermosa actividad. Bien, pues yo no lo sabía. Desearía no haberlo sabido nunca. Porque de haberme enterado de esa olvidada costumbre, de tener conciencia de la maldita existencia de ese libro, lo más probable es que lo diera por hecho y la indiferencia gobernara la situación. Pero lo supe de pronto, y de la manera más tonta que puedas imaginar. ¿Me pregunto cómo te imaginas la escena? En fin. 

Ella se duchaba mientras yo me acomodaba una corbata color verde oscuro que ella me obsequió por Navidad. Nuestro destino era el Teatro José Vasconcelos. Ibamos a una charla de un escritor de izquierda y judío que explicaría su eterna guerra moral contra Salvador Borrego. Vaya pequeña ironía. Justo en ese teatro con ese nombre tan peculiar. Nos había invitado Saúl, mi mejor amigo desde hace 20 años. Su esposa, Liliana, también nos acompañaría. Entonces de pronto pensar en tanta banalidad me distrajo, mis dedos olvidaron su labor modista y soltaron el pisa corbatas de plata que más utilizaba para formalidades. Fue a dar debajo de una cómoda donde se guardaban las batas de seda de Lexis. El último cajón estaba entreabierto y pude ver una blusa azul muy hermosa que le quedaba de maravilla a mi esposa. Soy muy cursi y me gusta recordarla aun cuando la tengo a 3 metros de mí dentro de una ducha. Tomé la blusa y la sostuve entre mis dedos, sintiendo la fina capa de hilos y oliendo el aroma del suavizante que ella elegía para nuestras ropas. "Agradable, económico y de alta calidad" decía, cuando solíamos ir a Walmart. 

Una vez saciados mis sentidos afectivos, dispuesto a devolver la prenda en su sitio, vi en el hueco espacial que había quedado dentro, un libro de pastas duras y con la fotografía juvenil de Lexis en el medio, era la figura coqueta de su temporada de bailarina en la secundaria. Tenía al menos unos 17 años y el pie de la imagen citaba "Colegio Irlandés de San Patricio, 2005, León, Guanajuato." Se veía hermosa. Abrí lo que pensé era un recetario o una de esas tontas libretas llenas de recortes. Pero estaba equivocado, tanto como lo estuve durante 9 largos años. 

Comencé por las primeras páginas sin saber aún que era un diario. Como dije antes, de haberlo tenido en cuenta no hubiera abierto la maldita libreta o bien evitar por todos los medios seguir leyendo esas líneas inquisidoras. No entendía nada hasta que lo abrí por la mitad. No era una diario normal, no tenía todos los días del año, tan solo "eventos importantes". Por ejemplo;

2 de abril de 2013: "Isaac me ha pedido matrimonio. Estoy loca de emoción. Mis padres se van a desmayar. Tampoco saben que me hice dos tatuajes, pero nunca lo sabrán ya que uno esta en mi nalga izquierda, justo donde él me besa. El otro esta en mi muslo derecho cerca de la ingle. Un signo de infinito. Representa que no quiero que jamás acabe esto, que siempre nos tengamos como locos el uno al otro". 

Tierno, ¿no? Me sonreí cuando lo leí. Pero esperen, eso no es nada. Ya sabrán. Ya sabrán. Al caer en cuenta de que era un diario, por así decirlo, decidí regresarlo donde lo encontré. Solo que resbaló de mis manos cuando Lexis me gritó que ya casi terminaba de bañarse. Otra mentira más. Nunca lo hace pronto. Pero ese engaño es crema y nata comparado con todo lo demás. El libro resbaló y cayó en la duela abierto por la tercera parte. Lo recogí pero no lo cerré. Un reojo maldito se percató de algo. Mi Ser chismoso no se aguantó y volvió la mirada. Entonces lo supe. Y me partió el alma, el cuerpo, todo. Dios dejó de existir para mi...dios se fue. 

22 de marzo de 2015: "No soporto que él me miré así mientras me penetra. Es tan sensual, él es el puto amo del sexo. Chuparle la verga es mi pasatiempo favorito. Soy de él completamente y él es mío. Solo pienso en él todo el tiempo. En su cuerpo, desnudo, sudado, tomando mis caderas. Metiendo su pulgar lentamente por mi ano y jalándome con fuerza hacía él. Me excita su nombre, su estatura, su cabello, su lengua hundida en mi sexo, tragarme su semen. Hace dos días lo hice, le sabe de lo más rico. Recuerdo que Isaac llegó treinta minutos después y me encontró desnuda. No se sorprendió, siempre me encontraba así. Y siempre se creyó la misma historia. Te estaba esperando, le decía. Y teníamos sexo. No tan rico como con él, no tan fogoso pero le echaba ganas. Me escuchaba jadear y el pobre se venía pensando que me excitaba con él, sin saber que en cada arremetida, imaginaba, no su pene, no su torso, no su semen, sino el de Saúl. Él, mi amor, tan guapo e intelectual. La última vez besé a Isaac a propósito sin lavarme los dientes, quería que tomará mi saliva con todo y la venida de su mejor amigo. Me excitan esas maldades tan mías. Ni siquiera Saúl sabe hasta donde llega mi locura por él. No hay día que no lo quiera en mi cama. Daría la vida de Isaac por una noche con Saúl. Así de simple. A Isaac lo quiero y puede que lo ame, pero adoro a Saúl. Lo mejor de todo es que la puta de Liliana lo sabe y no dice nada. Participa, me lame, me besa,  cuando viene con él, compartimos los fluidos que solo deberían, por ley moral y espiritual, ser de ella. Puta y tonta. No debería compartirlo pero lo hace. Mejor para mí. Si supiera Isaac. Seguro lloraría, pobre, lo quiero, pero este deseo es muy fuerte. El mismo día de mi boda cogí con Saúl en esta misma cama. Mi garganta se tragó su pedazo de sexo, de carne venosa. Se supone que él me recogería ese día, antes de la boda. Mientras Isaac esperaba en el altar. Se supone que me recogería. Y lo hizo. 

Dos malditas páginas. Y era tan solo una fecha. Mis piernas temblaron, estaba sudando, sangre emanando de mi nariz por la presión de la sienes. Estaba colorado del coraje, de la tristeza. Puse atención en el profundo silencio que se escuchaba exponencialmente. Un silencio como el de Comala, un silencio que se oye, y entonces dejé de escuchar el agua caer en las baldosas. Subí la mirada y vi a Lexis con la palma en la boca. Llorando, como yo, como bien había dicho. Saúl era mi amigo, mi hermano, nuestros padres son mejores amigos, compadres. Eso nos hacía mejores amigos incluso antes de que naciéramos. Lexis no se movió. Desnuda se quedó de piedra como una musa del demonio. Pervertida. Puta. Tomé una lámpara y le di en la cabeza. Estoy frente a su cuerpo, que ya no respira, que está escarlata de tanta sangre. Tomé mi móvil y le mandé una fotografía a Saúl por WhatsApp. Debajo puse; Calle Génesis No. 666, Departamento 212, Colonia Siempre Viva. 2018, Ciudad de México". Tu sabes donde canalla pendejo. Está muerta. Te espero aquí cabrón. 

"Hijo de tu puta madre. Valiste verga Isaac, voy a matarte. Más vale que me esperes con el puto ejercito de tus sueños porque voy a matarte." Eso contestó. Hace 4 horas con 24 minutos. No ha llegado. Sigo con la lámpara en la mano. No sé qué hacer. Vive en Guadalajara y supongo que viene en camino. No llamó al 911. Nadie vino a arrestarme ni a leerme mis Derechos. Significa que quiere venganza por su propia mano. Si viene y logro matarlo me iré lejos. Si me mata entonces me habré auto asesinado. No pienso darle el crédito. Decidí quedarme y eso será mi firma, no la de él. La lámpara se rompió en la cabeza de Lexis. Afortunadamente Saúl y Liliana nos regalaron el par.