sábado, 21 de enero de 2017

Arenas y listones.

Ella esta sentada en playa; lleva consigo una blusa de color claro que hace juego con su pequeño listón rosa, que lleva cuidadosamente en su lacio cabello. Dejó un fleco sensual en su sensual frente blanca. Más blanca que la arena en la que está sentada, viendo el infinito acuático que se expande en sus ojos achinados, pequeños, grises. Los mejores que nunca hayas visto. Te hipnotizan, te atrapan y te asesinan hasta caer en el vértigo de sus iris. De sus pensamientos, de su belleza espiritual y serena. 

Hoy escuché su canto, hasta pensé que era una maldita sirena. De esas que te seducen para después atraer tu pensamiento hasta ella. Luego te devoran los sentidos, las emociones, el cerebro, la carne y los huesos. No hay manera de sobrevivir a eso. 

Lo he pensado bien y creo que puede ser una nueva especie de sirena con pies. La llamo Arena. Ahora me observa y me sonríe y me quedo bobo viendo como se le hacen dos pequeños orificios en las mejillas. Observo su cuerpo, tan diosa. Tan perfecta, tan femenina. Cabello lacio, cara delicada, ojos...esos ojos que son un secreto. Sus pechos son el hogar de mis besos, con olor dulce y sudor de amor entre ellos cuando me adentro en su divinidad. Esos muslos que deberían exponerse en el Louvre y estar bajo protección las diez mil horas del día de mis sueños. En mis sueños los días no pasan rápido porque amo verla demasiado. Ver esos pies que tanto me gustan besar. Rosar sus labios de caramelo rojo, tomar su saliva con sabor a bourbon, sentir su perfecta cintura y llevarla hacía mi. 

Sentir sus tobillos en mi oreja, sentir su alma y su deidad con la mediocridad de mi existencia. Llorar por no estar a la altura de su belleza y olvidarla. Y entonces le pido a Él que tanto me cuida que me aleje de esa sirena Arena de listones, que me ayude a no recordarla más. 

- ¿Estas seguro de lo que pides? - Me dice Él-. 
- No. 
- No tengas miedo. ¿Acaso no me has pedido la felicidad toda la vida? 
- Me la has dado, esto es diferente. 
- Tantos hombres han anhelado una sirena y ahora que la ofrezco me la niegas. ¿Estas dispuesto a pasar la vida sin tu sirena Arena?
- No
- ¿Entonces? 
- Dame sabiduría y comprenderé. 
- ¡Oh! querido hijo, hacer lo que me pides es doloroso pero no imposible...desde ahora serás solo feliz, con una vida normal. Feliz sin tu sirena Arena de listones rosas. Y ella, tendrá su vida. 
- Gracias, solo te pido una cosa, una cosa más. 
- ¿Y?
- Cuídala. Por favor.  
- Siempre.
- ¿Le dirás algún día que la amo?
- Eso hijo, lo harás tu algún día, pero no en la Tierra. 

Y lloré, sabiendo que era lo mejor. 

lunes, 9 de enero de 2017

Carta a los hijos aún no nacidos.

A Leslie, Santiago, Emilio y Valeria; 

Algún día verán esto. No solo con los ojos hermosos con los que han nacido; lo leerán con la mente, con sentido común, con el alma y el corazón. Les advierto, mi amor por ustedes, seres inanimados e inexistentes, es tanto, que los amo sin saber siquiera sus ideologías, sus rostros, sus llantos ni sus risas. 

Desconozco plenamente las circunstancias bajo las cuales darán su primer respiro, pero se que tarde o temprano, amores míos, han de crecer y enfrentarse a la vida que les queda. Vida que estoy seguro será hermosa y paradójicamente triste y desolada en algunos momentos. Ahora mismo sabrán de qué habla su padre. 

El mundo no es un lugar fácil. En ningún sentido. En planos físicos y geográficos, este planeta conlleva caminos rocosos y estrechos que solo en buenos climas y con un equipo técnico de calidad y fuerza se pueden atravesar. Y eso, amores míos, que es tan solo en un plano objetivo como lo es el solo hecho de trasladar el cuerpo. 

Ahora vamos a lo importante, seré directo. Tienen que ser fuertes en todo momento y en todo plano existencial. Fuerza en el cuerpo para ser sanos y enfrentarse a quienes deseen hacerles daño. Siempre en defensa y nunca en generar más violencia. Fuerza en la mente para desarrollar criterio, acervo de conocimiento y sentido común (algo con lo que no todos nacen). Fuerza emocional para ser capaz de amar a un enemigo, para sobreponer los buenos valores encima de las presiones sociales y las críticas cero constructivas. Fuerza espiritual para estar conscientes de que, sea cual sea el término ideológico de fe que acepten, sean humildes para creer en milagros y saberse pequeños y grandes al mismo tiempo. Una balanza de amor y vida. 

Habrá gente que los amará por su forma de ser. Otras más los querrán por el solo hecho de intercambiar palabras y haber forjado una simple amistad. A esas personas tiene que amarlas con toda la vida. Sean familia, sean amigos, conocidos o simples humanos que se topan por la calle al ir por el café matutino o en el transporte público, o en el trabajo o donde sea. 

Habrá otros que, al contrario de los primeros, querrán verlos derrotados. Nunca les faltarán sus ofensas, sus críticas sarcásticas y dañinas. Tendrán la valentía de hablar pestes de ustedes frente a su persona, o tendrán la malicia de hacerlo a sus espaldas. Habrá gente que los verá por el suelo, que no responderán a sus "buenos días" o jamás escucharán de sus labios un "por favor" ni un "gracias". 

Estos últimos humanitos (porque eso son, gente pequeñita), son seres codiciosos, ignorantes, faltos de amor (propio y ajeno), que vive para su propia vanidad y por sus propios placeres. No les importa a quién dañen para cumplir sus objetivos. El mundo esta lleno de ellos. Ante esto les pido cordura y paciencia, NUNCA rebajen su ser por personas como ellas. Solo respiren y tengan la fuerza y la sabiduría de desear lo bueno a quien les deseó lo malo. Es lo más inteligente que nunca hagan; amar al enemigo es ganar la guerra. Ellos nunca sabrán eso, porque no conocen el amor. Hay una diferencia entre virtud/defecto a maldad/existencia. 

Hijos, sean capaces de caminar por el mundo con amor. Agradezcan a la vida lo bueno y lo malo. Lloren por tristeza y felicidad. Lean todos los libros del mundo y suban y bajen por todos los juegos mecánicos que haya en la Tierra. Capturen fotografías con los ojos y la mente, escriban su historia con el prólogo de una vida feliz y cierren con el final que les plazca. El libre albedrío es suyo. 

Y recuerden, sépanlo por amor a su padre y a ustedes mismos; 

Siempre que vean un charco de agua, brinquen y písenlo con fuerza. Sin importar como, donde ni por qué. Porque al hacerlo y seguir su camino, de algún modo, irán dejando huella en este mundo. 

Con amor, su padre.