miércoles, 11 de julio de 2018

Calles de risas y llanto.

129 años se dicen fáciles. Algún día se llamó Ciudad Zaragoza, el 15 de octubre de 1925, aprobado por el Congreso de la Unión, el presidente Plutarco Elías Calles bautizó a nuestra ciudad con ese nombre. Zaragoza por Ignacio; aquel guerrero que lideró al ejercito mexicano para culminar con la invasión francesa. 

Ahora se llama Tijuana. Han contado las leyendas de boca en boca, durante años y hasta nuestros días, en los cafés del centro y en sus cantinas, que el nombre es por la Tía Juana, esa anciana que sale retratada en tantas pinturas. Otros se lo atribuyen a la familia Argüello, propietarios del Rancho Tía Juana, precisamente, quienes encargaron al ingeniero Ricardo Orozco los primeros planos de la ciudad. 

De Tijuana se pueden contar muchas cosas; leyendas, mitos, historias, anécdotas, pasajes y travesías. 

Sin ir más lejos y sin tanto choro: 

Tijuana es la ciudad donde nací, donde conocí a mi madre por primera vez, donde di mis primeros pasos, donde aprendí a hablar, a escuchar, a ver, a sentir, a llorar, a crecer, a jugar con palos de madera que encontraba en la calle, a saber que mi madre a veces "no tenía dinero" para comprarme un caramelo, un helado o un juguete, que a pesar de que yo veía en su bolso roto un par de billetes, no comprendía que ese efectivo estaba destinado a comprar comida y agua. Donde aprendí que los policías mueren abatidos por la delincuencia, a que las calles están llenas de baches y a recordarle a mamá donde había uno la última vez para que lo esquivara. Donde supe en experiencias tempranas que la barda estaba cada vez más grande porque el país en donde vivían mis hermanos, detrás de la cerca, donde todo era más bonito y limpio, no quería que la gente que llegaba con gorros, cajas de cartón a la espalda y garrafones de agua, intentarán pasar. Aprendí que pasaban por ahí, saltando la malla y no por la aduana porque tenían miedo. Descubrí que Tijuana era el lugar donde muchos de ellos se quedaban atrapados, que algunos sacaron provecho y decidieron hacer familia aquí. 

De Tijuana puedo decir más; en esta ciudad he tenido mis mayores miedos; miedo a salir de noche, miedo a salir de día, miedo a los robos, a los asesinatos, a los muertos, a los asaltos. Incluso aprendí a temerle al IVA, que cada vez más hacía que mis padres me compraran menos cosas. Aquí tuve mis primeras desilusiones amorosas, mis primeros engaños, mis primeras desconfianzas y ansiedades. En ella he conocido a grandes amigos, a grandes compañeros de trabajo, a mis vecinos, a mis hermanos mexicanos venidos de todas partes y donde he conocido muchas partes del mundo sin necesidad de viajar físicamente ya que sus pobladores por alguna razón trajeron a Cuba, a Venezuela, a Colombia, a Argentina, a Peru, a Bolivia, a Brazil, a Ecuador, a Haití, a Estados Unidos, a Canadá, a Irlanda, a Francia, a Inglaterra, a Japón, a Korea, a China y a África hasta Tijuana.  

En Tijuana di mis primero besos, transmití mis primeros programas de radio, escribí mis primeras columnas y mis novatas entrevistas. En Tijuana he comido mis mejores tacos, mis mejores pizzas y garnachas. En Tijuana me paseo por sus calles de risas y llanto. Una Tijuana feliz por lo bueno y dolida por tanta sangre derramada. 

En Tijuana vivo. En Tijuana sonrío y protesto. En Tijuana estudié y corregí mis infortunios. Lo sigo haciendo. En Tijuana camino, leo, bailo, sueño y me despierto. En Tijuana tomo café, en Tijuana camino con mi novia, la abrazo, la tomo del rostro y la observo. Ella es de Sonora, pero la conocí aquí. 

Tijuana, es fuerte, es bella, es feliz.

Tijuana...te amo. 

                                          Autor: Jonathan Hayashi



Tijuana...

Ti...

juana...

ana...

na...

a...

a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z. 

Todo inicia y acaba en Tijuana. 

martes, 10 de julio de 2018

Los lectores no somos mejores personas

Definitivamente los lectores no somos mejores personas. Somos quienes somos; somos humanos comunes con una dosis de imaginación adicional. Nuestro valor agregado consiste en utilizar el lenguaje como una herramienta que funciona para pasar un mensaje certero o jugar una broma sarcástica en el momento indicado, a la persona perfecta en el contexto correcto. 

Solemos comparar estados de ánimo con las personalidades de aquellos grandes personajes que nos dieron grandes lecciones; Homero, Aureliano Buendía, Artemio Cruz, Juan Preciado, Sherlock Holmes, Thomas Spencer, Daniel Sempere, Randolph Colfax, Atticus Finch, entre tantos otros. Utilizamos la analogía como una técnica de comprensión entre la vida real y la imaginaria; "estás enamorado tanto como Mauricio Babilonia de Remedios, La Bella." 

Confía en mi palabra. Los lectores no somos mejores personas. Somos tal cuales somos. Cuando uno lee comienza a entender la vida con más criterio, con más razón y más empatía. Incluso así para nada somos mejores que nadie. Quien juega un deporte, quien es ágil para el ajedrez o los idiomas tampoco son mejores que nosotros. Somos, si acaso, más cursis, más difíciles, más poetas y solitarios. Acostumbramos a leer en una cafetería, en compañía de un cortado, un latte, un espresso o un americano. A muchos nos gusta leer más en otoño que en cualquier otra época del año; dentro de un espacio bohemio, con un café a la mano, un vaso de agua, una copa de vino, música de fondo, viendo las gotas cristalinas de lluvia recorriendo la superficie transparente de las ventanas, con las nubes grises de fondo. 

Cuando caminamos no podemos evitar esperar a que la señal de "avance" en un crucero cambie a color verde para proceder con nuestro camino, a pesar de que la gran mayoría haya cruzado la calle para tan solo quedar varados en el medio de la banqueta intermedia. Entonces cuando el pequeño caminante lleno de luz cambia por la mano en alto de color roja, caminas con tu libro en la mano y quien está al otro lado del cristal del auto en espera, sabe que tienes una buena razón para avanzar en el tiempo adecuado. Sabe que no eres mejor persona que él, que ella o que otros. Sabe que tan solo eres un lector. Y los lectores tienen la maña de imitar los ejemplos de los buenos escritores, de sus creaciones, de sus textos. 

Los lectores no somos mejores personas; si acaso somos más ñoñas, no más listas pero si más concentradas en los detalles que otros ignoran. Es normal que un lector siempre coloque como prioridad al libro por encima de la filmación que se estrenó con un guión adaptado de la obra que leyó o está leyendo. Somos muy molestos; inclusive entre nosotros mismos no nos entendemos. Debatimos, llevamos a cabo tertulias con café, bourbon y cerveza oscura. Somos irremediablemente poco austeros cuando de comprar obras literarias se trata. Preferimos quedarnos sin comer una tarde y comprar el nuevo libro de Emmanuel Carrier o Paul Auster. Comparamos casas editoriales, sellos narrativos, precios, prosas, traducciones, ediciones, versiones, ilustraciones...

Somos acosadores de nuestros autores favoritos. Correteamos sus firmas, una fotografía y en algunos casos, una entrevista. Los lectores no somos para nada mejores personas. Los lectores somos...eso, lectores. Perdemos el tiempo, para muchos, en leer palabras escritas por alguien más. Leemos la mente ajena, la otredad, la empatía real o ficticia, leemos la naturaleza, el arte, el sexo, el amor, las caras, la sangre, leemos todo y nada. 


                                          Fuente: Web 


Los lectores realmente lectores nunca se creerán mejor que otros, ni más intelectuales, ni más astutos, ni más responsables, ni más auténticos ni más acertados. Los verdaderos lectores no nos comparamos con nadie. Solo leemos, aprendemos, nos educamos, nos informamos y entretenemos a nuestra manera.

Los lectores viajamos sin más boleto que la creatividad, la ensoñación, la esperanza y la locura. Podemos volar, transportarnos a castillos de magia y hechicería, a grandes campos de batalla, a  violentas guerras y comunidades llenas de ogros, enanos y caballeros. Los lectores somos quienes somos. Y nos sentimos orgullosos de eso. Los lectores leemos lo que queremos, cuando queremos y como queremos. No juzgamos ni nos gusta ser juzgados. 

Si eres un lector, por favor, evita sentirte ofendido. No eres mejor que otro humano solo por el hecho de leer. No eres más listo ni más exitoso. Eres, contundentemente, un ser extraordinario que sabe grandes secretos fantásticos. Compártelos y siembra más lectores. 

Si no acostumbras a leer, ¿sabes?, nunca es tarde para ser un lector. No es obligatorio, ni fundamental. ¡Que no te engañen! No es indispensable ni mejor que otra actividad. No todo el tiempo es divertido leer. No serás mejor. Solo serás...lector. Y si me preguntas, te diría que ser lector, es lo mejor que me ha pasado en la vida.

No soy mejor persona, pero soy más feliz. Y eso me basta. Te deseo buena vida, y buenas lecturas. 


"No leer, es vivir a medias."

- Juan Villoro 

sábado, 7 de julio de 2018

Pan Dulce

Me gusta verla dormir. Cuando duerme sus párpados se mueven ligeramente en cada encuentro onírico. Si sueña con agua sus piernas se mueven agitando la pesadez líquida de una alberca llena o de un mar inmenso. 

Sus pestañas son como pequeñas olas en descanso y sus labios un tanto resecos, no pierden el color rosado. Su respiración es controlada y, consciente o no, sus manos abrazan mi cuerpo tibio junto al de ella. Como recordando que esa noche se acostó en mi compañía y confiando en que todavía mi ser se encuentre junto a ella al amanecer. Eso; confianza. 

Me gustan sus ojos, se lo he dicho ya muchas veces. Tiene ojos color ocaso en el mar, color vainilla, color maple, color noche bohemia con trova de fondo y whisky bourbon en la garganta bajo un cielo frío y una fogata cálida en el medio mientras nos abrazamos viendo las estrellas para encontrarles formas mitológicas, narrativas, poéticas. Color todo y nada. Color color, color vida, color muerte, color pastizal de rancho, de bosque, de selva, color desierto, color inicio, color fin.

Lo que más me gusta es verla comer pan dulce. El día que la observé por primera vez en tal ritual matutino olor a café colombiano y almendras con miel y naranja, se embarró con harina y azúcar alrededor de la boca. Me dio mucha gracia ya que justo en ese instante me dijo "que buen pan". Ambos soltamos una risa controlada y fresca.

Además canta de lo más bonito. Tiene una voz muy dulce.

    Fuente: Web

Me hubiera gustado ser poeta para tener una parte más interesante. A ella le gustan los poetas. Ella dice que le gusto, que le gusta verme leer, verme coordinar mi club de lectura, verme hacer deporte y estar conmigo. Me dice muchas cosas más. Y cuando alguien que representa para ti el amor más genuino te ofrece las dulces palabras que ella me obsequia cada día, no hay otra opción mas que sentirte agradecido, aprender a creer, a confiar y a ser feliz. No hacer de la pareja tu "todo", sino de aprender a compartir con quien sonríes más las cosas lindas de la vida, los retos, los temores, los objetivos alcanzados. De saber que no la necesitas, sino que las has elegido.  Y ella a ti.

De poder caminar con ella y ver el paisaje, a tomar un cortado, a esperar mientras elige un accesorio, unos zapatos, a no sentir ansiedad por que ella te espera a ti mientras escoges un libro, a tomarla de la mano y sentirte orgulloso de estar a su lado. Me gusta mucho que me guste. Me han dicho que tengo que ser realista, que no todo dura para siempre. Pero me siento seguro haciendo mi mejor esfuerzo a diario; de disfrutar el viaje. No es sencillo, pero vale la pena al máximo. Y sí, es algo cursi. Tenemos que quitarle la parte fea al sentimentalismo. Un humano que no siente, no vive; sería en definitiva, un zombi. 

jueves, 5 de abril de 2018

Ella me dice

Ella me dice que sus ojos son cafés claros.
Yo los veo color maple, color vainilla, color atardecer en el mar.
Me gustan sus ojos porque en ellos veo todo lo bueno de la vida.
En mi caso, su reflejo en los míos me indican que también tengo algo hermoso en ellos;
ella.

miércoles, 21 de marzo de 2018

El botón de oro

Hay una gran lección por aprender cada día; haz lo tuyo y haz que sea bueno. Sin importar lo que la gente piense o diga de ti. Finalmente nunca tendrás satisfecho a todos. Recuerdo cuando ciertos maestros de mi secundaria me decían que nunca llegaría a ser nadie en la vida. Entendí su enojo cuando yo mismo veía un 6.5 en mi boleta. Y llegaba triste a casa y pensaba que tenían razón. Y mi madre entonces me veía llorar y me decía "somos tú y yo contra el mundo, y yo creo en ti. Yo sé que serás alguien importante". Ruego porque los maestros de hoy en día ya no digan ese tipo de convicciones negativas a sus alumnos. Son marcas malvadas. Tengo 26 años, fuera de sumar, restar, multiplicar y dividir, no sé mucho de números. Actualmente cumplo meta tras meta conforme el tiempo pasa. He fracasado y he realizado algunos sueños, pero estoy lejos de no ser nadie en la vida solo porque hace 12 años un 6.5 simbolizó uno de mis exámenes. No soy más importante que nadie por mi trabajo ni mi educación, lo soy por el simple hecho de haber nacido. Por ser humano, como tú. 

Tenemos que aprender a que no siempre las cosas saldrán según lo esperado, a que no siempre tus amigos te apoyarán, no siempre recibirás palmadas en la espalda...a veces serás tú mismo tu mejor guía. 

¿Te has preguntado qué haces por los demás? En tiempos donde el egoísmo rige, donde la injusticia clama y la apatía gobierna, ¿qué haces por los de tu alrededor? No solo por tus padres, tus hijos, hermanos, familia ni amigos. Dedica un segundo; ¿a cuántos has ayudado hoy fuera de tu zona cotidiana? 

Yo mismo me lo pregunto. ¿Has visto esos programas de concursos donde hay jueces y califican actos artísticos o deportivos? Bueno, me parecen muy divertidos. Mi parte favorita es cuando alguno de ellos presiona un botón dorado que hay en el medio de la mesa. Cuando lo presionan al final del acto, eso significa que uno de los jueces cree que el participante merece pasar automáticamente a la final.  Cuando es presionado confeti dorado y metálico cae sobre el elegido. Lágrimas de emoción corren las mejillas de quienes se ven en dichosa situación. Es la recompensa de un gran acto en donde ganar el premio mayor solo dependerá de aquel soñador o soñadora que llora de felicidad en medio de un escenario ante miles de personas y millones de televidentes. 

Bueno, pues aprendí que me gusta hacerlo por los demás. Presionar botones de oro. Sin escenarios más que la misma vida, sin juicios, sin pretensiones ni egos. Hacer algo bueno por los demás y brindar con la espumosa satisfacción de ver una sonrisa en los rostros de aquellos que sin oportunidades, al final de una tarde se han encontrado con una, una que gracias a ti les puede cambiar la hora, el día, la semana, el mes, el año...la vida. 

No esperes recompensas, no esperes respuestas por los buenos actos. Presionar botones por el placer de alegrar un momento ajeno es tan dulce como un buen café con vainilla. Se saborea en el alma. Hazlo y punto. Da una moneda, ofrece empleo, pide perdón, acepta el perdón, ten tolerancia, regala un abrazo, un buen libro, da tiempo, risas, besos...tú sabrás qué, cómo, cuándo y con quién pulsar ese botón de oro. 

Y, ¿sabes? créeme, de verdad. Sin buscarlos, aún haciéndolo sin esperar absolutamente nada a cambio; cuando llegue un momento en que te sientas desolado, solo, sola o triste...en el momento en que menos lo esperes, habrá mil botones dorados para ti esperando el momento de ser pulsados. Porque, esos botones están reservados para aquellos que se los merecen. Y entonces, tu hora, tu día, tu semana, tu mes, tu año, tu vida...cambia. Con ese cambio se ofrece entonces la posibilidad de comenzar de nuevo y entonces ser feliz. 

Seamos felices juntos. Solo pregunto, ¿cuántos botones dorados presionaras mañana? 

jueves, 15 de febrero de 2018

Otra vez

Ayer camine por la noche
con la intención de buscarte en las luces de
las ventanas de los altos edificios.
Pensé que si no estabas a mi lado estarías en el cielo.
Pero te busqué en las estrellas y no encontré rastro de
tu piel ni de tu aliento sabor maple.

Juraría que pude observar tu silueta en el onceavo piso
de la Torre Siete pero estaba equivocado. No eras ella.
Ella era bonita pero tu eres encantadora y tierna. Eres el proyecto
escapado de Dios, de la naturaleza y de los universos.

Llegué a lo alto de una colina de pasto y tierra y observé
los autos pequeñísimos de la vía rápida. Y esos ojitos rojos
me recordaron a tus mejillas al ruborizarse
cuando te digo que te ves adorable.

Me quedé ahí horas observando a la gente yendo a sus casas,
a sus moteles con sus amantes, a sus Iglesias con sus oraciones.
Mientras yo estaba ido pensando en ti.
Bobo.

Porque solo pienso en ti en los amaneceres y en los ocasos,
durante el día pienso en otras banalidades.

Pero siempre a las 5:55 p.m. llego a esta colina y pienso en ti
y luego me sumerjo en lo onírico de mis realidades falsas y lloro
y lloro y lloro.

Veo las luces de las casitas
y de los autos
pero no puedo ver la luz de tus ojos.
Ven a otro, y ese otro a otra, y esa otra a otro u otra
y otra y otra y otro y el otro es una maldición que hemos
sido todos alguna vez en la vida.
En esta y puede que en la otra.
Otra vez.

viernes, 5 de enero de 2018

Fechas malditas

Me llamo Isaac. Tengo 32 años y estoy a punto de hacer algo de lo cual me arrepentiré. Seguramente. Les quiero confesar algo que ni siquiera mi psicólogo sabe. Algo que descubrí hoy y que me ha llenado la mente y el cuerpo de ansiedad y gastritis nerviosa. De malestares, de reflujos en el pecho y garganta. "Garganta", una palabra que con solo decirla, escucharla o escribirla me enerve la sangre. Me hace querer matar a esos dos canallas y asesinarme a mi mismo. "Suicidio", le llaman. Pero yo no quiero suicidarme, eso es para los que están agobiados o enojados. Yo en cambio quiero asesinarme, lo que implica un profundo y seco sentimiento de venganza subyacente de una deuda que tengo con Dios. "¿Me amas tanto Dios?", "pues me mato". Suena a meme. Que triste porque era una excelente frase. Y ya no tengo la certeza de que ese ser supremo exista. 

Resulta que mi esposa, Lexis, llevaba un diario. Anticuada pero hermosa actividad. Bien, pues yo no lo sabía. Desearía no haberlo sabido nunca. Porque de haberme enterado de esa olvidada costumbre, de tener conciencia de la maldita existencia de ese libro, lo más probable es que lo diera por hecho y la indiferencia gobernara la situación. Pero lo supe de pronto, y de la manera más tonta que puedas imaginar. ¿Me pregunto cómo te imaginas la escena? En fin. 

Ella se duchaba mientras yo me acomodaba una corbata color verde oscuro que ella me obsequió por Navidad. Nuestro destino era el Teatro José Vasconcelos. Ibamos a una charla de un escritor de izquierda y judío que explicaría su eterna guerra moral contra Salvador Borrego. Vaya pequeña ironía. Justo en ese teatro con ese nombre tan peculiar. Nos había invitado Saúl, mi mejor amigo desde hace 20 años. Su esposa, Liliana, también nos acompañaría. Entonces de pronto pensar en tanta banalidad me distrajo, mis dedos olvidaron su labor modista y soltaron el pisa corbatas de plata que más utilizaba para formalidades. Fue a dar debajo de una cómoda donde se guardaban las batas de seda de Lexis. El último cajón estaba entreabierto y pude ver una blusa azul muy hermosa que le quedaba de maravilla a mi esposa. Soy muy cursi y me gusta recordarla aun cuando la tengo a 3 metros de mí dentro de una ducha. Tomé la blusa y la sostuve entre mis dedos, sintiendo la fina capa de hilos y oliendo el aroma del suavizante que ella elegía para nuestras ropas. "Agradable, económico y de alta calidad" decía, cuando solíamos ir a Walmart. 

Una vez saciados mis sentidos afectivos, dispuesto a devolver la prenda en su sitio, vi en el hueco espacial que había quedado dentro, un libro de pastas duras y con la fotografía juvenil de Lexis en el medio, era la figura coqueta de su temporada de bailarina en la secundaria. Tenía al menos unos 17 años y el pie de la imagen citaba "Colegio Irlandés de San Patricio, 2005, León, Guanajuato." Se veía hermosa. Abrí lo que pensé era un recetario o una de esas tontas libretas llenas de recortes. Pero estaba equivocado, tanto como lo estuve durante 9 largos años. 

Comencé por las primeras páginas sin saber aún que era un diario. Como dije antes, de haberlo tenido en cuenta no hubiera abierto la maldita libreta o bien evitar por todos los medios seguir leyendo esas líneas inquisidoras. No entendía nada hasta que lo abrí por la mitad. No era una diario normal, no tenía todos los días del año, tan solo "eventos importantes". Por ejemplo;

2 de abril de 2013: "Isaac me ha pedido matrimonio. Estoy loca de emoción. Mis padres se van a desmayar. Tampoco saben que me hice dos tatuajes, pero nunca lo sabrán ya que uno esta en mi nalga izquierda, justo donde él me besa. El otro esta en mi muslo derecho cerca de la ingle. Un signo de infinito. Representa que no quiero que jamás acabe esto, que siempre nos tengamos como locos el uno al otro". 

Tierno, ¿no? Me sonreí cuando lo leí. Pero esperen, eso no es nada. Ya sabrán. Ya sabrán. Al caer en cuenta de que era un diario, por así decirlo, decidí regresarlo donde lo encontré. Solo que resbaló de mis manos cuando Lexis me gritó que ya casi terminaba de bañarse. Otra mentira más. Nunca lo hace pronto. Pero ese engaño es crema y nata comparado con todo lo demás. El libro resbaló y cayó en la duela abierto por la tercera parte. Lo recogí pero no lo cerré. Un reojo maldito se percató de algo. Mi Ser chismoso no se aguantó y volvió la mirada. Entonces lo supe. Y me partió el alma, el cuerpo, todo. Dios dejó de existir para mi...dios se fue. 

22 de marzo de 2015: "No soporto que él me miré así mientras me penetra. Es tan sensual, él es el puto amo del sexo. Chuparle la verga es mi pasatiempo favorito. Soy de él completamente y él es mío. Solo pienso en él todo el tiempo. En su cuerpo, desnudo, sudado, tomando mis caderas. Metiendo su pulgar lentamente por mi ano y jalándome con fuerza hacía él. Me excita su nombre, su estatura, su cabello, su lengua hundida en mi sexo, tragarme su semen. Hace dos días lo hice, le sabe de lo más rico. Recuerdo que Isaac llegó treinta minutos después y me encontró desnuda. No se sorprendió, siempre me encontraba así. Y siempre se creyó la misma historia. Te estaba esperando, le decía. Y teníamos sexo. No tan rico como con él, no tan fogoso pero le echaba ganas. Me escuchaba jadear y el pobre se venía pensando que me excitaba con él, sin saber que en cada arremetida, imaginaba, no su pene, no su torso, no su semen, sino el de Saúl. Él, mi amor, tan guapo e intelectual. La última vez besé a Isaac a propósito sin lavarme los dientes, quería que tomará mi saliva con todo y la venida de su mejor amigo. Me excitan esas maldades tan mías. Ni siquiera Saúl sabe hasta donde llega mi locura por él. No hay día que no lo quiera en mi cama. Daría la vida de Isaac por una noche con Saúl. Así de simple. A Isaac lo quiero y puede que lo ame, pero adoro a Saúl. Lo mejor de todo es que la puta de Liliana lo sabe y no dice nada. Participa, me lame, me besa,  cuando viene con él, compartimos los fluidos que solo deberían, por ley moral y espiritual, ser de ella. Puta y tonta. No debería compartirlo pero lo hace. Mejor para mí. Si supiera Isaac. Seguro lloraría, pobre, lo quiero, pero este deseo es muy fuerte. El mismo día de mi boda cogí con Saúl en esta misma cama. Mi garganta se tragó su pedazo de sexo, de carne venosa. Se supone que él me recogería ese día, antes de la boda. Mientras Isaac esperaba en el altar. Se supone que me recogería. Y lo hizo. 

Dos malditas páginas. Y era tan solo una fecha. Mis piernas temblaron, estaba sudando, sangre emanando de mi nariz por la presión de la sienes. Estaba colorado del coraje, de la tristeza. Puse atención en el profundo silencio que se escuchaba exponencialmente. Un silencio como el de Comala, un silencio que se oye, y entonces dejé de escuchar el agua caer en las baldosas. Subí la mirada y vi a Lexis con la palma en la boca. Llorando, como yo, como bien había dicho. Saúl era mi amigo, mi hermano, nuestros padres son mejores amigos, compadres. Eso nos hacía mejores amigos incluso antes de que naciéramos. Lexis no se movió. Desnuda se quedó de piedra como una musa del demonio. Pervertida. Puta. Tomé una lámpara y le di en la cabeza. Estoy frente a su cuerpo, que ya no respira, que está escarlata de tanta sangre. Tomé mi móvil y le mandé una fotografía a Saúl por WhatsApp. Debajo puse; Calle Génesis No. 666, Departamento 212, Colonia Siempre Viva. 2018, Ciudad de México". Tu sabes donde canalla pendejo. Está muerta. Te espero aquí cabrón. 

"Hijo de tu puta madre. Valiste verga Isaac, voy a matarte. Más vale que me esperes con el puto ejercito de tus sueños porque voy a matarte." Eso contestó. Hace 4 horas con 24 minutos. No ha llegado. Sigo con la lámpara en la mano. No sé qué hacer. Vive en Guadalajara y supongo que viene en camino. No llamó al 911. Nadie vino a arrestarme ni a leerme mis Derechos. Significa que quiere venganza por su propia mano. Si viene y logro matarlo me iré lejos. Si me mata entonces me habré auto asesinado. No pienso darle el crédito. Decidí quedarme y eso será mi firma, no la de él. La lámpara se rompió en la cabeza de Lexis. Afortunadamente Saúl y Liliana nos regalaron el par.