miércoles, 21 de marzo de 2018

El botón de oro

Hay una gran lección por aprender cada día; haz lo tuyo y haz que sea bueno. Sin importar lo que la gente piense o diga de ti. Finalmente nunca tendrás satisfecho a todos. Recuerdo cuando ciertos maestros de mi secundaria me decían que nunca llegaría a ser nadie en la vida. Entendí su enojo cuando yo mismo veía un 6.5 en mi boleta. Y llegaba triste a casa y pensaba que tenían razón. Y mi madre entonces me veía llorar y me decía "somos tú y yo contra el mundo, y yo creo en ti. Yo sé que serás alguien importante". Ruego porque los maestros de hoy en día ya no digan ese tipo de convicciones negativas a sus alumnos. Son marcas malvadas. Tengo 26 años, fuera de sumar, restar, multiplicar y dividir, no sé mucho de números. Actualmente cumplo meta tras meta conforme el tiempo pasa. He fracasado y he realizado algunos sueños, pero estoy lejos de no ser nadie en la vida solo porque hace 12 años un 6.5 simbolizó uno de mis exámenes. No soy más importante que nadie por mi trabajo ni mi educación, lo soy por el simple hecho de haber nacido. Por ser humano, como tú. 

Tenemos que aprender a que no siempre las cosas saldrán según lo esperado, a que no siempre tus amigos te apoyarán, no siempre recibirás palmadas en la espalda...a veces serás tú mismo tu mejor guía. 

¿Te has preguntado qué haces por los demás? En tiempos donde el egoísmo rige, donde la injusticia clama y la apatía gobierna, ¿qué haces por los de tu alrededor? No solo por tus padres, tus hijos, hermanos, familia ni amigos. Dedica un segundo; ¿a cuántos has ayudado hoy fuera de tu zona cotidiana? 

Yo mismo me lo pregunto. ¿Has visto esos programas de concursos donde hay jueces y califican actos artísticos o deportivos? Bueno, me parecen muy divertidos. Mi parte favorita es cuando alguno de ellos presiona un botón dorado que hay en el medio de la mesa. Cuando lo presionan al final del acto, eso significa que uno de los jueces cree que el participante merece pasar automáticamente a la final.  Cuando es presionado confeti dorado y metálico cae sobre el elegido. Lágrimas de emoción corren las mejillas de quienes se ven en dichosa situación. Es la recompensa de un gran acto en donde ganar el premio mayor solo dependerá de aquel soñador o soñadora que llora de felicidad en medio de un escenario ante miles de personas y millones de televidentes. 

Bueno, pues aprendí que me gusta hacerlo por los demás. Presionar botones de oro. Sin escenarios más que la misma vida, sin juicios, sin pretensiones ni egos. Hacer algo bueno por los demás y brindar con la espumosa satisfacción de ver una sonrisa en los rostros de aquellos que sin oportunidades, al final de una tarde se han encontrado con una, una que gracias a ti les puede cambiar la hora, el día, la semana, el mes, el año...la vida. 

No esperes recompensas, no esperes respuestas por los buenos actos. Presionar botones por el placer de alegrar un momento ajeno es tan dulce como un buen café con vainilla. Se saborea en el alma. Hazlo y punto. Da una moneda, ofrece empleo, pide perdón, acepta el perdón, ten tolerancia, regala un abrazo, un buen libro, da tiempo, risas, besos...tú sabrás qué, cómo, cuándo y con quién pulsar ese botón de oro. 

Y, ¿sabes? créeme, de verdad. Sin buscarlos, aún haciéndolo sin esperar absolutamente nada a cambio; cuando llegue un momento en que te sientas desolado, solo, sola o triste...en el momento en que menos lo esperes, habrá mil botones dorados para ti esperando el momento de ser pulsados. Porque, esos botones están reservados para aquellos que se los merecen. Y entonces, tu hora, tu día, tu semana, tu mes, tu año, tu vida...cambia. Con ese cambio se ofrece entonces la posibilidad de comenzar de nuevo y entonces ser feliz. 

Seamos felices juntos. Solo pregunto, ¿cuántos botones dorados presionaras mañana?