viernes, 22 de septiembre de 2017

Un pequeño poema escrito en un café al inicio del otoño.

Que me lleve el viento contigo
así como arrastra por los aires
las hojas secas y bronceadas de maple.

Que me cante el sol tus suspiros y
me cobije con el aliento de tu voz,
así como cuando con su poder de cobre
evapora el líquido que luego llueve en los campos de pinos.

Que tu piel nunca expire,
que quiero colocar mis manos en ella,
que tus ojos se mantengan encendidos, ahí voy.
Que mi creador se apiade de mi,
que me deje tocarte siempre en otoño.

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